Repugnancia, censura y terror extremo.
¿Es el buen gusto algo a respetar a cualquier precio? ¿Hay, acaso,
unos ciertos acuerdos tácitos respecto a lo que se puede filmar y lo
que no? ¿La nausea nace... o la hacen este tipo de espectáculos
dantescos? Con los límites de espacio y complejidad conceptual que
nos impone la agradable lectura de una humilde crítica, trataremos
de poner en jaque la opinión generalizada respecto a lo que, hartos
ya de menosprecios y prejuicios, muchos fans hemos venido a llamar
terror extremo en sustitución del maldito cliché del gore
y, para ello, abordaremos un análisis a vuelapluma de la segunda
parte de la controvertidísima trilogía del ciempiés humano.
The human centipede 2: Full sequence es una película perteneciente al género de la torture porn, algo que, de tan marginal, resulta una categoría algo pretenciosa (sobre todo porque, más que porn -no se ven más que unas cuantas tetas y culos y los actos sexuales no son en absoluto explícitos-, aquí encontramos mucha torture de la dura). Co-producción británico-holandesa estrenada en el año 2011, nos ofrece una segunda y sugerente vuelta de tuerca sobre la desquiciada idea de la primera parte: el intento demente de unir a una serie de personas a través de sus aparatos digestivos (¡ñam, ñam!) y mutilar sus rótulas para que sólo puedan moverse arrastrándose, como un pesadillesco animal gigante. Del director Tom Six podremos decir muchas cosas (“WTF!”, la primera), pero que no tiene visión comercial desde luego no será una de ellas, pues el rechazo y consiguiente censura total en U.K. (en la línea de La naranja mecánica en su día, por cierto) y los cortes que para su estreno recibió en los U.S.A. le han dado una publicidad impagable y puesto en boca de todos los frikis bizarros. ¿Recordáis la polémica de A serbian film? Pues lo mismo, pero más underground; y es que ya la sola sinopsis revuelve el estómago del más aguerrido...
Martin, un deficiente mental y degeneradísimo freak que vive con su castradora madre y da cosica sólo con verle (uno de los mayores aciertos de la película, aunque lo cierto es que también el mad doctor de la primera se las traía...), está obsesionado de forma insana con The human centipede: first sequence. Los primeros minutos nos muestran, así a bocajarro, cómo su trabajo de vigilante en un aparcamiento le permite secuestrar, previo golpetazo de desencofrador, a una docena exacta de pobres e incautos jóvenes que pretende fundir en un nuevo ser para hacer realidad la morbosa fantasía sacada de su obra fetiche. Sin más giros y con apenas un par de tramitas secundarias (la madre cumpliendo el omnipresente cliché del terror de “zorra loca”, los recuerdos de Martin de los abusos sexuales a los que le sometía su padre de niño -con voz en off del propio Tom Six-, un vecino macarra que acabará formando parte del monstruo...), el grueso de la película nos muestra, de forma absolutamente explícica, cómo el amigo Martin pilla grapadora, cuchillos, serrucho y martillo oxidados y se marca un Bricomanía orgánico que hace honor a la publicitaria sentencia de estar ante “la película más enfermiza de la historia”. El decepcionante final, que rompe la precaria coherencia de esta hora y pico de desasosegante pesadilla, deja lista la llegada de la tercera parte... y hasta aquí puedo leer.
¿Qué interés puede tener perder hora y media de nuestra vida ante este repugnante espectáculo? Esta no es, sin duda, una película hecha para el espectador medio. The human centipede 2: Full sequence cumple con una de las funciones fundamentales del arte: forzar los límites de su campo hasta lo intolerable y, así, mostrarnos que, por mucha libertad de expresión que creamos haber alcanzado, la censura siempre anda al acecho. Pero, más allá del valor intrínseco de la ruptura de las convenciones burguesas respecto a lo admisible y el buen gusto, estamos ante una película que cuenta con algunos aciertos remarcables: la perturbadora actuación del protagonista Laurence R. Harvey, la originalidad en un género (el terror) cuyos tópicos han sido tan manoseados y standarizados por la industria que han perdido su efectividad (¿en serio a alguien le importa lo más mínimo que un zombie con machete empale a la lasciva parejita en la cabaña del bosque?), el mostrarnos descarnadamente la fragilidad del cuerpo y la indefensión ante un monstruo que no duda un segundo en cosificarnos para su propio deleite, anulando nuestra humanidad más básica, el reflejo del miedo paranoide ante la potencial brutalidad asesina de nuestro desconocido vecino....
Sin embargo, tampoco vamos a ser tan necios como para negar que estamos ante un producto de ínfima calidad. La historia no tiene ningún giro y se desarrolla de una forma tan lineal y previsible que puede resultar aburrida. Los escasos diálogos son tan tópicos que rozan lo caricaturesco, así como los inexistentes matices e, incluso, rasgos de personalidad de todos los personajes (¿alguien recuerda el nombre de algún personaje que no sea Martin? Penoso...). La ausencia de banda sonora o música incidental es imperdonable. Además, y quizá sea esto lo más grave pues es un defecto común a toda la saga, la motivación de los desquiciados protagonistas para crear un ciempiés humano es clamorosamente insuficiente para justificar el festín de atrocidades que observamos, lo que nos mueve a pensar que estamos, básicamente, ante un producto filmado únicamente para levantar polémica y dar que hablar: más original y rompedor que la producción mainstream media, pero con una calidad insuficiente como para causar una adhesión sincera entre los devotos del género.
Por todo esto, recomendamos The human centipede 2: Full sequence a todo aquel fan de los higadillos, la casquería en general y la insana fusión entre la cirugía amateur y el uso creativo de artículos de ferretería... y papelería. A años luz queda esta gamberrada de otras interesantes obras del terror extremo como A'lintérieur, Martyrs o la mítica La matanza de Texas: el espíritu de transgredir y recrear atmósferas insanas hasta lo inadmisible es el mismo, pero el resultado es tan caricaturesco que queda muy por debajo de estas otras interesantes películas. Y, desde luego, si te decides por verla, querido lector, hazlo con la digestión hecha y sin intención de cenar después. No digas que no te lo advertí...
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